La técnica de producción de anticuerpos monoclonales, de los que tanto hemos escuchado hablar en los últimos meses, se desarrolló principalmente en las décadas de 1970 y 1980 y dio lugar a la concesión del premio Nobel en Medicina y Fisiología a Köhler, Milstein y Jerne en 1984.
La aplicación terapéutica de los anticuerpos monoclonales fue más tardía y actualmente se han convertido en una clase muy importante de medicamento biotecnológico por su eficacia terapéutica en muchas afecciones como el cáncer, la artritis reumatoide, el asma, la esclerosis múltiple y otras graves enfermedades de carácter por lo general crónico.
Los anticuerpos monoclonales son proteínas recombinantes. Son, por lo tanto, compuestos muy complejos y de una masa molecular muy elevada producidos por células manipuladas genéticamente. Actúan mediante la identificación selectiva de una diana (llamada antígeno) que neutralizan y/o destruyen. En el caso de la esclerosis múltiple por ejemplo se han desarrollados anticuerpos que interceptan y bloquean el TNF, un factor que contribuye a la inflamación de las articulaciones.
Como para cualquier otro medicamento biológico, para desarrollar una versión biosimilar de un anticuerpo monoclonal terapéutico ya existente se deben reproducir con la máxima fidelidad las características estructurales/moleculares del producto original de referencia, y demostrarse que en efecto ambos productos comparten la actividad biológica y el perfil de eficacia y seguridad.
Tratándose de medicamentos de alta complejidad, los estudios que se requerirán para demostrar la equivalencia pueden ser cualitativa y cuantitativamente más extensos que en el caso de biológicos menos complejos.
Para alcanzar estas metas se dispone de un conjunto de técnicas analíticas altamente sensibles, y de sistemas biológicos y de ingeniería de procesos que permiten la optimización del proceso de fabricación y, posteriormente, la determinación de la comparabilidad entre el anticuerpo monoclonal biosimilar final y el producto de referencia.
La experiencia y el conocimiento actual de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), que se ha erigido en pionera en regulación de biosimilares, para una sólida evaluación científica se basa en la experiencia obtenida a partir de las revisiones de muchos productos originales con anticuerpos monoclonales. En el desarrollo de biosimilares de anticuerpos monoclonales, son de aplicación las directrices (guidelines) generales sobre biosimilares y directrices específicas referidas a los anticuerpos monoclonales.
La Comisión Europea ha autorizado un único biosimilar de anticuerpo monoclonal hasta ahora. Cabe destacar que recientemente se autorizó un biosimilar de una proteína de fusión. Si bien técnicamente no es un anticuerpo, por su mecanismo de acción y su complejidad estructural y funcional, se asume como tal a efectos de su desarrollo. Por ello se acoge a los requerimientos de la EMA para monoclonales.